El juego nos lleva a un estado de “Flow”, término acuñado por la psicología positiva, en el cual perdemos la noción del tiempo porque nos zambullimos de cabeza a jugar.
Nos alegramos, nos enojamos, transpiramos la camiseta, emocionados gritamos un logro y nos entristecemos cuando perdemos. En el juego somos auténticos, nos mostramos tal cual somos.
El juego nos cambia el estado de ánimo, ya que nos oxigenamos, activamos la adrenalina y salimos del juego con un estado de ánimo renovado. Las emociones que surgen son auténticas, sin filtro.
Es interesante preguntarse qué nos sucede cuando un juego nos resulta incómodo, que es lo que este juego nos hace poner en juego. ¿Por qué nos sentimos así?
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